Del mismo modo que para la creación del genial detective Sherlock Holmes Conan Doyle se inspiró tanto en el aspecto como en el carácter en su profesor de la universidad de Edimburgo Joseph Bell, otro profesor, el fisiólogo William Rutherford, sirvió de modelo para el no menos singular profesor Challenger el cerebro de un genio en el cuerpo de un hombre de las cavernas, según confesión de su autor. Este volumen reúne todas las aventuras del profesor Challenger, con una salvedad que ya viene siendo una tradición: se ha excluído de esta recopilación la novela El país de la bruma (1926) pues en ella Challenger se ha convertido en una mera excusa de Conan Doyle para hacer propaganda del espiritismo (al que el autor escocés era muy aficionado), dejando de lado su talante aventurero. pero en su lugar se ha incluído la novela El abismo de Maracot (1929), protagonizada por el profesor Maracot, colega de Challenger y procedente como él de los más reputados ambientes científicos. La razón de esta sustitución es muy simple: el profesor Maracot es más Challenger que el Challenger de El país de la bruma. Al profesor Challenger lo conocimos en El Mundo Perdido (1912) novela que se puede considerar fundacional del género de dinosaurios en la que el excéntrico profesor se embarca en un viaje lleno de aventuras a una recóndita meseta de sudamérica donde, contra la opinión de toda la ciencia de su tiempo, Challenger asegura que perviven especies antediluvianas. Completan el volumen la novela corta La zona ponzoñosa (1913) y los relatos La máquina desintegradora (1927) y Cuando la Tierra lanzó alaridos (1928), además de la mencionada novela El abismo de Maracot, en la que una expedición submarina encuentra restos de la Atlántida.
El éxito y la popularidad conseguidos con sus personales - Sherlock Holmes, Watson, el profesor Challenger o el brigadier Gérard - inclinaron hacia la literatura al novelista británico sir Arthur Conan Doyle (1859-1930), médico de profesión. Sin embargo, desempeñó tareas sanitarias dentro del ejército en la campaña de Sudán y en la guerra de los bóers. Además de renovar el género policiaco, creó novelas de anticipación como El mundo perdido.