DE QUEVEDO, FRANCISCO
La primera edición de toda la obra en prosa de Francisco de Quevedo la llevó a cabo Aureliano Fernández-Guerra entre 1852 y 1859. Bastantes títulos de Quevedo se siguen citando por esa colección, a falta de mejores y más actualizada versiones, aunque los criterios acdóticos de Fernández-Guerra resultan precarios desde el punto de vista de la crítica textual contemporánea, ya que el primer quevedista no tuvo oportunidad de manejar numerosas ediciones, manuscritos y documentos que se han ido descubriendo en el último siglo y medio. Intentaron continuar su labor Luis Astrana Marín y Felicidad Buendía. Aportaron innovaciones que sería injusto desconocer, pero sus respectivas ediciones son de limitada utilidad, al carecer de aparato erudito y notas explicativas. En algunos aspectos, incluso, suponen un retroceso con relación al trabajo de Fernández-Guerra.
Tal deficiencia sólo podía salvarse por medio de unas Obras completas. Éstas deben presentar los escritos de Quevedo bajo un formato uniforme en lo que se refiere a ortografía, puntuación, manejo de fuentes primarias, criterios de edición, anotación y acompañamiento de índices.
Una labor así, hoy en día, no puede repetir el solitario modo de trabajar de los estudiosos anteriores, propio de otra época y mentalidad. La edición rigurosa de una producción tan amplia y variada como la de Quevedo supera la capacidad de una persona y la duración temporal de una existencia. Sólo un equipo de especialistas puede llevar a cabo tal labor.
Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, 1645) recibió
formación jesuita en el Colegio Imperial de Madrid, en la Universidad de Alcalá y empezó a estudiar Teología en la
Universidad de Valladolid. De vuelta en Madrid en 1606 se centró en la literatura y en medrar en la corte. Fueron años
prolíficos en los que, además de poemas, escribió La vida del Buscón llamado don Pablos (publicada en 1626), casi todos
los textos que formarán Los sueños (que aparecieron reunidos en 1627), el elogio hispánico España defendida y los
tiempos de ahora y el texto estoico Doctrina moral del conocimiento propio, y del desengaño de las cosas ajenas, que
será el precedente de La cuna y la sepultura (1634). Siguió escribiendo poesía invadida por el pesimismo y también
obras como Virtud militante, la Vida de Marco Bruto o La hora de todos y la Fortuna con seso.