¿Odiarlos No. Solo ignorarlos, medio adormilados como estamos. Igual que a las mujeres, no hace tanto, o al deterioro del planeta, que nadie tenía en cuenta y hasta lo niegan. Lo malo de los pobres es confundirlos con los mendigos de la calle, e ignorar que son mayoría en la tierra y podrían cambiarlo todo. Hasta la Iglesia y sus escuelas los pueden olvidar. Todo es distinto en las cartas de este cristiano y pedagogo, pues nos muestran un maestro por dentro, y no solo sus métodos, como quiere la pedagogía actual ¡hecha una didáctica! que olvida lo esencial. ¿Acaso la finalidad de la escuela obligatoria no es que cada niño desarrolle sus cualidades y llegue lo más arriba posible - No. En buena ley, la escuela de todos existe para compensar la desventaja de los últimos, no solo para igualarlos, sino para que puedan enseñarnos lo que ellos saben y nosotros aún no.
Lorenzo Milani (1923-1967) nació en Florencia y fue ordenado sacerdote a los veinticuatro años. En 1954 fue designado párroco de la aldea montañesa de Barbiana, que carecía de carretera, luz eléctrica, agua corriente y teléfono, y en cuya escuela ejerció de maestro hasta su muerte. Su actividad docente y su defensa de los pobres le granjearon fuertes partidarios y detractores entre sus contemporáneos, pero todavía hoy su figura constituye un referente para educadores y pedagogos de todas partes.