RILKE, RAINER MARÍA
«A través de estos relatos, Rilke va apartando los ;fantasmas; que le asaltan en esos años clave de su vida: los de su distante padre [...], los de los seres que le acosan en la realidad de las academias militares, o esos seres anónimos y grises que cruzan las calles de la gran urbe desolada. La sensibilidad del poeta le arrastra de continuo hacia otra realidad [;]. Va librándose, pues, el escritor gracias a sus cuentos juveniles de esos ;fantasmas; y para ello debe llevar a sus personajes a esas situaciones extremas que imponen la violencia, la prostitución, la venganza [;], la muerte. [;] En ningún momento la obsesión de Rilke por estos temas sórdidos implica una mirada única y realista. [;] Hay en ellos, sí, esa lectura descarnada y muy dura de la realidad, pero sólo en la medida en que es reveladora del sentido de una piedad profunda que hay detrás de los hechos chocantes o violentos y que el ser humano precisa para sobrellevar la vida y salvarse.»
Antonio Colinas
La condición humana es una de las fuentes que ha llevado a todo tipo de personas a preguntarse por el sentido de la vida. Para Rilke (1875-1926), uno de los mejores poetas en lengua alemana de todos los tiempos, el dolor provoca en nosotros la ternura y el amor por los desvalidos, la más profunda y sincera compasión a través de la cual una endeble pero también sólida esperanza aporta un camino de redención.
Nació en Praga, Bohemia, República Checa (en aquellos años Imperio Austrohúngaro) en 1875 y murió el 29 de diciembre de 1926, en Val-Mont, Suiza. Es considerado por la crítica uno de los escritores más importantes del siglo XX. Escribió su obra fundamentalmente en alemán, si bien es autor asimismo de varias obras en francés. Sus obras fundamentales son, en poesía, las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo y en prosa Cartas a un joven poeta y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. En 1912 visitó España (Toledo, Córdoba, Sevilla) y recaló en Ronda, donde residió durante dos meses y donde trabajó en la sexta de las Elegías de Duino. Al término de la I Guerra mundial se trasladó a Suiza y allí, en 1924 y en el cantón de Valais, empezó la redacción de sus poemas franceses, Vergeles y Cuartetos valaisianos, publicados en 1926, y Las rosas que no aparecería hasta después de su muerte, en 1949.