THIRLWELL, ADAM
Raphel Haffner, prestigioso ex banquero judío de seten-ta y ocho años, acude a un pueblo balneario de los Alpes para reclamar la herencia de su fallecida esposa: una villa expropiada por los nazis. Sin embargo, lo único que ha conseguido es verse involucrado sexualmente con dos mujeres y ninguneado por los burócratas locales. Así, Haffner se verá obligado a cuestionar su tumultuosa vida. Y es que la recuperación de la villa es el último intento de dar sentido a una existencia que atraviesa el siglo XX y redimir una malograda historia de amor. Haffner se ha pasado la vida huyendo de los demás y de sí mismo en nombre del libertinaje y la inmadurez, máscaras que antaño portó orgulloso pero que ahora comienzan a agrietarse. Cómica, erótica, imprevisible, La huida se inscribe en la rica tradición literaria que va de Laurence Sterne a Milan Kundera, pasando por Vladimir Nabokov o Saul Bellow. Una exuberante y sombría farsa tragicómica. «Adam Thirlwell nos demuestra que llegar a saber por qué uno actúa como lo hace rara vez es la respuesta a algo, sino más bien el principio de una pregunta» (Alex Clark, Times Literary Supplement); «Una novela en la que el humor es melancólico, la melancolía maliciosa, y el talento impresionante» (Milan Kundera).
Adam Thirlwell nació en 1978 en el norte de Londres y estudió en Oxford. Política, su primera novela, se hizo acreedora al Premio Betty Trask y fue traducida a numerosas lenguas. La revista Granta, el gran árbitro del gusto de las letras inglesas, lo incluyó en su lista de «los mejores escritores jóvenes ingleses» tras la lectura en manuscrito, antes de su publicación, de su primera novela, Política: «Probablemente uno de los libros del año, Política es perspicaz y jocoso en una combinación que pocos autores han logrado conjugar con maestría. Un libro que es un placer, con una capacidad de observación que se transforma en risa y que coloca a Thirlwell en la incómoda postura de "muy prometedor"» (Kiko Amat, Rockdelux); «Adam Thirlwell, así de entrada, tiene todos los números para caer mal a cualquier plumilla de menos de 30 años. ¿Por qué? Pues porque, recién cumplido el cuarto de siglo, acaba de publicar una novela insultantemente buena» (Marilyn Chambers, Fake).