BLANCHOT, MAURICE
Me gustaría poder facilitar la lectura de estas páginas expresando (según la costumbre) en forma simplificada lo que intentan decir. Pero, honestamente, no puedo hacerlo. AI lector le podría chocar y contrariar su movimiento discontinuo. Retengamos, pese a todo, que una forma discontinua puede seguir siendo una forma y cargar con el sentido de un movimiento ininterrumpido. retengamos al mismo tiempo que si la poesía es la dispersión misma que, en cuanto tal, encuentra su forma, el trabajo novelesco puede también pretender empeñarse en una lucha contra el espíritu de la dispersión, lo mismo que a partir de él. Es verdad que la novela moderna, novela de un mundo sin coherencia, ha dado sobre todo lugar a búsquedas de la continuidad en todos los sentidos, obras de maciza cohesión donde, sin embargo, la ruptura está antes disimulada que dominada y finalmente vuelta secretamente activa (las de Proust, Joyce, Faulkner, Broch... ). Pero imaginemos, al revés, una inmensa memoria vacía, con algunos recuerdos dispersos, sin vínculo, pero en una relación incesante, y, si Ilegásemos a ella, tal vez ella lograría restituirnos mejor el espacio de la pura continuidad, allí donde lo memorable no tiene ya curso y (como se dice aquí) no importa recordar u olvidar, sino, recordando, ser fiel al olvido dentro del espacio en que se recuerda y, olvidando, fiel a la venida que nos hace recordar.
Maurice Blanchot (1907-) Escritor francés, novelista y crítico, conocido para trabajos como: Oración de la muerte, La mirada fija de Orpheus, Locura del día, El paso no más allá, y otros. Es, sin duda, una de las mayores figuras literarias del siglo XX. El interés que suscita su obra, tanto en España como en el resto del mundo, es cada día mayor, como demuestran las traducciones de sus libros y la ingente bibliografía secundaria sobre su obra.