PRIANTE, ANTONIO
Noche del 20 de septiembre de 1860. Parece que Schopenhauer se ha recuperado de la gravé enfermedad que le ha tenido postrado los últimos días. Solo, meditando, pensando en voz alta, dirigiéndose a veces a su fiel perro Butz, rememora los momentos destacados de su existencia: la muerte del padre, las difíciles relaciones con la madre, el despertar de la pasión filosófica, sus años de estudio, el encuentro con Goethe en Weimar, la creación de su gran obra, el viaje a Italia, el rechazo del mundo universitario, sus amores, la frustración ante el silencio que rodea a su obra, el reconocimiento tardío... Sí, finalmente el mundo se inclina ante el filósofo, ya septuagenario, pero, ¿y Goethe? . Poeta al que Schopenhauer admiró por encima de todos, científico con el que colaboró y discrepó en su análisis de la visión y los colores, fue quizás el primero en leer El mundo como voluntad y representación, y sin embargo, Schopenhauer nunca consiguió arrancarle una opinión sobre el contenido de su obra fundamental.