ORWELL, GEORGE
La novela de George Orwell que predijo la Segunda Guerra Mundial y sentó las bases imaginativas de Rebelión en la granja y 1984 Un día como cualquier otro, el cuarentón George Bowling siente un arranque de nostalgia y decide salir en busca del tiempo perdido. Gracias al dinero ganado en una apuesta, puede marcharse unos días a un hotelito de las afueras de Londres, resuelto a visitar los lugares de su infancia. Pero el idilio de la memoria enseguida contrasta con el aspecto irreconocible del presente. Y entre las impresiones del protagonista no tarda en asomar el presentimiento de un conflicto que puede cambiarlo todo aún más. Redactada en 1938 y publicada en el 1939, esta estupenda novela de George Orwell, en la que destaca su veta menos conocida de escritor humorístico, funde admirablemente la comedia de costumbres con la anticipación política. La crítica ha dicho:
«Muy divertida, así como enérgicamente realista [...] Aquí está el embrión de 1984. También el de Rebelión en la granja [...] No muchas novelas albergan las semillas de dos clásicos y ofrecen una lectura tan rica por derecho propio.»
John Carey, The Sunday Times «Parte de la excelencia de Subir a respirar, que algunos consideran su mejor novela, reside en el argumento sutil e implícito de que la gente común puede tener esperanza [...] Era una novela que hacía una advertencia, sin caer en el pesimismo total.»
Bernard Crick, autor de George Orwell: La biografía «Subir a respirar se compone a partes iguales de nostalgia y terror, y cada una de las emociones agudiza el sabor de la otra.»
Dorian Lynksey, autor de The Ministry of Truth: A Biography of George Orwell's 1984.
George Orwell llegó a Barcelona en las navidades
de 1936, dispuesto a luchar
contra el fascismo. Encontró
una ciudad en plena revolución
e ilusionada ante el futuro, y acabó enrolado en la milicia del poum. Destinado
durante cuatro meses al frente de Aragón, donde reinaba una desesperante inactividad, regresó por unos días a Barcelona. Allí, tras ser testigo del conflicto entre los anarquistas y las fuerzas del orden, las famosas Jornadas de Barcelona de mayo de
1937, que consolidaron el poder de los comunistas, escapó de milagro a la dura persecución sufrida por el poum
después de su ilegalización.
