SOMERS, ARMONÍA
En la narrativa de Armonía Somers se puede percibir una mirada transgresora, punto de vista que comparte con otras escritoras como Djuna Barnes, María Luisa Bombal, Margu Solo los elefantes encuentran mandrágora es casi el monólogo de una mujer apesadumbrada, Sembrando Flores de Médicis, sometida a interminables pruebas médicas para intentar curar un quilotórax. La mujer se asfixia; los médicos perforan, experimentan, y en la habitación contigua hay ?un tipo joven, desnudo, informe y blanco como masa cruda?, acompañado por su madre: lo van a intervenir en la cabeza para que deje de masturbarse mientras mira a la madre. A partir de esta situación, colindante con lo inconfesable, se entrelaza la polifonía de Solo los elefantes encuentran mandrágora. Las crónicas son muchas: la estirpe que inmortaliza o inventa la enferma; el folletín del siglo XIX que su madre le leía a una mujer en la Casa de las Siete Ventanas; la historia de los vecinos de esa casa; el gato Cantaclaro, la infancia, sandías a la deriva en una riada, el cura Juan, las desazones de hospital, el Ángel femenino que auxilia a la enferma, etc. Solo los elefantes encuentran mandrágora, corrobora la manera de disponer la escritura: la imaginería de animal gigante y planta milagrosa. Es una novela que desafía cualquier intento de domesticación teórica
Armonía Somers, seudónimo literario de Armonía Etchepare, nació en Pando en 1914 y murió en Montevideo en 1994. Hija de un comerciante anarquista y anticlerical y de una madre católica, en la biblioteca de su padre encontró autores decisivos para su formación: Kropotkin, Leopardi, Darwin, Dante Alighieri, Spencer, entre otros. Terminó sus estudios en 1933 y comenzó su carrera como maestra y pedagoga. A partir de 1960 fue invitada por la UNESCO y por distintos organismos educacionales a París, Londres, Ginebra y Madrid. Su primera novela, «La mujer desnuda», se publicó en 1950, a la que le siguieron el volumen de cuentos «El derrumbamiento» (1953), «De miedo en miedo» (1967) y «Un retrato para Dickens» (1969). A fines de 1969 enferma gravemente de una rara dolencia, el quilotórax, de lenta y dolorosa recuperación. De esta experiencia nace, en un largo proceso de elaboración creativa, entre 1972 a 1975, su novela monumental «Sólo los elefantes encuentran mandrágora» (1986).