Un río que no se agotaEl poeta y crítico Angel Rupérez publica un ensayo y su sexto libro de poemas. Si el primero medita sobre sentimiento y creación, el segundo es un volumen en el que la mirada se convierte en vía para construir un mundo en el que conviven la naturaleza y la memoria. Casi una década separa Río eterno del anterior poemario de Angel Rupérez (Burgos, 1953), Una razón para vivir, publicado en 1998. Ese paréntesis, infrecuente entre los poetas contemporáneos, pone de relieve una dedicación pausada y un acercamiento a la creación poética desprovisto de urgencias. Estamos, como en sus libros anteriores, ante una poesía serena, meditada y reflexiva, que descansa, ante todo, en la mirada hacia (y en) la naturaleza. En una naturaleza animada por la presencia del hombre, de un hombre que descubre, recuerda y medita. En ella, el poeta encuentra las señales que hablan de la vida, de la duración, de la permanente confrontación de la vida con sus límites existenciales. Es sobre ese equilibrio frágil donde los poemas de Rupérez construyen un mundo hecho de fragmentos de memoria -una memoria más de las s
Ángel Rupérez
nació en Burgos en 1953. Licenciado en filología románica por la Universidad de
Valladolid, en la actualidad es profesor de teoría de la literatura en la
Universidad Complutense de Madrid. Es autor de cuatro libros de poemas, En otro corazón (1983), Las hojas secas (1985), Conversación en junio (1992), que quedó
finalista del Premio Nacional de Poesía, y
Lo que han visto mis ojos (1993), además de una antología, traducida por
él, de la Lírica inglesa del siglo XIX (1987)
y de la edición de la poesía de Claudio Rodríguez (1992). Ha publicado varios
artículos en revistas como Ínsula y Revista de Occidente y colabora regularmente
en el diario El País.