La obra recoge, en 106 instantáneas, una visión casi poética de la catástrofe que produjo el accidente nuclear de Chernóbil, representando la omnipresencia del hombre a través de su ausencia. César Toimil, a través de su trabajo, se esfuerza para rendirle homenaje a las víctimas de Chernóbil. Un recorrido fotográfico donde se plasma la pérdida de identidad mediante un fotoperiodismo comprometido, de autor, que deja esa huella que marcan la diferencia de los trabajos de Toimil, donde la implicación personal es un requerimiento indispensable para transmitir las consecuencias de la tragedia.