FUTORANSKY, LUISA
Como en los recientes descubrimientos astrónomicos de las enanas marrones , esas estrellas opacas que constituirían gran parte del universo, Prender de gajo -en el lenguaje más corriente en España prender de esqueje -, es un poemario fundado en el desarraigo es decir, en la fuerza poderosa de la lengua ausente, la que pe rturba la adquisión de lo más difícil para un expatriado: la residencia interna. La diáspora, los éxodos producen cataclismos, heridas que nunca cierran, de ahí que lo más enfermo y frágil en un emigrado sean las raíces. Después del diluvio, el exilio, a partir de Babel, es una plaga, un castigo, como la traducción. Los verdaderos viajeros son aquellos que viajan por viajar, dicen algunos, no por huir, pero el que esté exento de huidas que arroje la primera ancla. El deje, el acento y la gestualidad traicionan más que la indumentaria y la educación, la extranjería. La del expatriado tiene algo de la lengua del límite, la de los niños, la de los locos, también la de los poetas. En Prender de gajo la búsqueda del resplandor viene de ahí. Elaborado a la manera de un patchwork, y cruce de cróni
Luisa Futoransky (Buenos Aires, 1939) residió en Japón y en China desde 1976 a 1981, trabajando principalmente en la radio. Actualmente vive en París. Su obra ha merecido numerosos galardones como poeta, cuentista y novelista. En el ámbito de la poesía ha publicado recientemente Partir, digo (Premio Gules de Poesía, 1982, traducido al francés), El diván de la puerta dorada (Premio Carmen Conde, 1984) y Fervores de bengala (Premio Teatro Español sobre la obra de Lope de Vega, 1986).Su primera novela, Son cuentos chinos..., obtuvo en 1982 el Premio Antonio Camuñas y fue recibida con una crítica excelente. «Un libro estupendo... De los que se leen con gusto y se quedan en la memoria como experiencia propia, como vividos» (Ramón Buenaventura, Diario 16); «La mejor novela de los últimos años escrita por una argentina fuera del país, y dentro también» (Ernesto Schoó, Tiempo Argentino). Ha sido recientemente traducida al francés: «Luisa Futoransky, este Woody Allen que nos ha llegado de Argentina» (Annie Morvan).