BÖLL, HEINRICH
El 30 de enero de 1933 el presidente alemán Paul von Hindenburg nombra canciller a Adolf Hitler. Ese día, Heinrich Böll tiene quince años y seis semanas y casi exactamente cuatro años más tarde, el 6 de febrero de 1937, termina el bachillerato. Este libro, escrito cerca de cincuenta años después, en 1981, rescata los años en que Böll asistió al colegio bajo el régimen nazi. La noticia de la llegada al poder de Hitler la recibe estando enfermo con gripe; pronto se multiplican las señales de lo que vendrá: palizas, uniformes, las primeras quemas de libros (ante la hoguera, Böll se extraña de que hayan encontrado tanto material «condenable» en la biblioteca de su instituto, el Kaiser-Wilhelm-Gymnasium, que se caracteriza por una estricta moral católica), gente que es hecha prisionera y llevada a campos de concentración, de donde vuelve cambiada y sin ganas de hablar de ello. Junto a los cambios en el entorno, también su familia se ve afectada por los nuevos tiempos. Su madre es de las primeras en opinar que el país va directo hacia la guerra. En 1936, los Böll se ven obligados a lucir una bandera con esvástica en su casa, aunque la ponen más pequeña que la mayoría de sus vecinos. La vida de padres y hermanos se verá alterada en lo más profundo por el vendaval de la historia. Escrito desde la distancia, sin caer en el dramatismo, con ciertos apuntes irónicos y frecuentes reflexiones hechas en el momento de la escritura, este texto autobiográfico es un excepcional testimonio del ascenso del nazismo escrito por uno de los grandes autores alemanes de postguerra.
HEINRICH BÖLL Heinrich Böll (Colonia, 1917-Langenbroich, 1985) empezó a escribir con el fin de la Segunda Guerra Mundial, en la que participó activamente. Defensor de los derechos humanos y crítico con la xenofobia, publicó en 1949 su primer libro, El tren llegó puntual, al que siguieron títulos como Casa sin amo (1954), Billar a las nueve y media (1959), La aventura y otros relatos (1962), Opiniones de un payaso (1963), Retrato de grupo con señora (1971, recuperado recientemente por RBA) y El honor perdido de Katharina Blum (1974), configurando así una de las obras más coherentes de la narrativa europea de posguerra que le valió el Premio Nobel de Literatura en 1972.