Esa felicidad que tanto buscamos parece un pez raro y escurridizo. ¿No será que nos cruzamos con ella más a menudo de lo que pensamos sin reconocerla? El cerebro responde al entorno con oleadas de transmisores que producen placer, dolor o ansiedad. Nos enamoramos, nos enojamos, nos reímos y tenemos miedo. Podemos ser optimistas o no. Sin embargo, la ciencia demuestra que la actitud positiva ayuda a tener mejor salud. ¿Difícil? Basta con practicar la gimnasia para optimistas: frenar, identificar lo auténtico, aprender a convivir con la incertidumbre y mirar por la ventana durante el viaje vital. Hay que escoger entre tomar un oscuro metro subterráneo o subirse a un luminoso autobús panorámico. ¿Cuál prefiere?