BACON, FRANCIS
En Nueva Atlántida (1672), el filósofo inglés Francis Bacon al que algunos atribuyen la redacción de las obras de Shakespeare y otros consideran una de las principales figuras de la Orden Rosacruz imagina una sociedad regida por los frutos de la ciencia: no existen políticos ni burócratas, y sólo los que destacan en alguna ciencia participan de la toma de decisiones, una idea socialista sorprendente en medio de una sociedad en la que los pobres ni siquiera habían hecho su aparición en los textos de historia. Curiosamente, tanto Nueva Atlántida como el Timeo de Platón donde el filósofo hace la descripción de la Atlántida acaban en medio de una frase. Es así que, en 1660, un misterioso personaje conocido sólo como R. H. Esquire intenta completar el libro de Bacon. Tenison, arzobispo de Canterbury, hace notar que es «una grande y dura aventura terminar el libro nacido de la pluma de lord Verulam», pero lo cierto es que muchos consideran esta segunda parte, a pesar de algunas imperfecciones, uno de los más notables textos utópicos.
FRANCIS BACON (1561-1626) es un jurista y político, miembro de la nueva clase elevada a la administración del Estado tras la consolidación del protestantismo en el reinado de Isabel I (1558-1603). En 1597 había declarado a su tío, el poderoso Secretario de Estado William Cecil, que «había asumido todo el saber como su territorio». Tras esa declaración se escondía ya el proyecto de transformar la ciencia en una institución estatal y colegiada que, bajo su dirección, debería servir a un programa de expansionismo imperial británico y de sometimiento de la naturaleza a las necesidades humanas. Presentado ya en El avance del saber (1605) y La sabiduria de los antiguos (1609), además de en abundantes opúsculos inéditos, dicho programa recibió su expresión más completa en 1620, cuando Bacon era gran canciller del reino, con La Gran Restauración, dedicada al rey Jacobo I y en la cual se presentaba el nuevo método científico (Novum organum) que debía producir el conocimiento científico y el consiguiente dominio sobre la naturaleza.