No me preguntes cómo pasa el tiempo fue escrito entre 1964 y 1968, es decir, entre los veinticinco y los veintinueve años de su autor. El tiempo transcurrido desde su primera edición y los lectores que han logrado sus páginas señalan a este libro como una de aquellas obras poéticas en que mejor encarnaron los sesenta. Los poemas de No me preguntes cómo pasa el tiempo conformaron una voz nueva entre nosotros que marcó definitivamente la poesía mexicnaa. Los cuestionamientos de la vida diaria y de la política, la desmitificación del poeta, la antisolemnidad y el humor, la desolación y la dicha de ser joven en una época como no volvería a haber otra igual, recorren este libro siempre preciso que transita del lirismo al coloquialismo y rompoe las fronteras artificiales entre la poesía íntima y la poesía social. El libro canta, narra, instiga y discute; dibuja viñetas de concentrada belleza; celebra, caricaturiza, conversa; ante todo, exalta los poderes de la poesía y, en un momento en que el poema se había vuelto a la vez fácil y casi imposible, domina el oficio poético, de la rima al verso libre, del versículo al epigrama, del poema extenso al haikú. La versión de No me preguntes cómo pasa el tiempo que ahora publicamos ha sido revisada por su autor. Sólo ha prescindido de las "Aproximaciones" que formarán parte de un volumen especial de esta Biblioteca Era. José Emilio Pacheco nos entrega un libro que es simultáneamente otro y el de entonces, decatado por la distancia y, contra lo que podría esperarse de una poesía que no se propuso sino expresar su época fugaz, de una vigencia asombrosa que nos comprueba, como decía Quevedo, que sólo lo fugitivo permanece y dura.
José Emilio Pacheco (Ciudad de México, 1939-2014) publicó sus primeros cuentos en La sangre de Medusa, libro al que siguieron El viento distante y El principio del placer. Dentro de su obra narrativa destacan Morirás lejos y Las batallas en el desierto, un long seller desde su lanzamiento. Su obra poética, que comenzó con Los elementos de la noche y El reposo del fuego, no tiene parangón e incluye ya catorce poemarios reunidos en dos antologías. Destacada es, así mismo, su labor como ensayista, en particular en «Inventario», columna publicada a lo largo de cuatro décadas en la que confluyen lo literario y lo periodístico, fundamental para comprender la cultura de México y del mundo. Sus traducciones de Beckett, Wilde, Tennessee Williams o T.S. Elliot, por mencionar algunas, nos acercan a los referentes de la literatura universal. Recibió, entre otros, los premios José Asunción Silva 1996, José Donoso 2001, Octavio Paz 2003, Ramón López Velarde 2003, Pablo Neruda 2004, Alfonso Reyes 2004, Reina Sofía 2009 y Premio Cervantes 2009.