FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ, MANUEL
La leyenda de los siete infantes de Lara era tan popular a mediados del siglo XIX como ahora pueda serlo el ciclo artúrico, porque entonces el romancero estaba en boca de las gentes. A partir de ahí Fernández y González tramó un folletín donde se daban cita todos los elementos terribles y truculentos del romance, La enemistad de doña Lambra con los Siete Infantes de Lara. Emboscadas, traiciones, prisiones, amores desesperados y venganzas de sangre se traman a lo largo de páginas que en su momento eran esperadas por un público ansioso de devorar las entregas con fruición. Y bien es verdad que la leyenda original daba buen material, por lo que el ingenio fecundo de Fernández y González sólo tuvo que ponerse a trabajar para convertirlo en una novela por entregas que hizo durante largo tiempo las delicias de un público que aguardaba ansioso cada nuevo capítulo.
Manuel Fernández y González nació en 1821, y su niñez quedó marcada por el encarcelamiento de su padre, un revolucionario al servicio de Riego. Esto lo llevaría a adoptar una ideología basada en el respeto a la monarquía. Con todo, se dejó influir por la literatura de los más liberales, y en especial por Larra; no menor fue el peso que sobre él tuvo la narrativa por entregas, de la mano del francés Sue. A partir de ahí, desarrolló una prolífica producción novelesca en la que transgresión característica de los héroes del Romanticismo más heterodoxo se integra en un discurso conservador y católico, mientras que la complejidad argumental de la novela histórica queda extremada con el paso al folletín. Llegó a publicar en torno a unos doscientos títulos que colmaron de ganancias a numerosos editores, pero que compuso a toda prisa, apremiado por las necesidades económicas a las que lo arrastraba su vida bohemia. En consecuencia, la calidad de sus textos fue siempre muy variable, lo que le supuso el exilio total del llamado «canon literario». Finalmente moriría en 1888, ciego, alcoholizado y arruinado. Pese a todo, fue admirado y reconocido por escritores de la talla de Blasco Ibáñez, Galdós o Baroja.