Estos poemas recorren los días del presente incierto, se acogen a la memoria con gratitud o proyectan una mirada crítica sobre la realidad cotidiana.Con su séptimo libro de poemas, Juan Bonilla entrega una obra de plena madurez donde se alternan los tonos elegiacos y una suerte de vitalismo desengañado que no renuncia a celebrar el esplendor del mundo, sin dejar de ver ni de señalar sus miserias. Desde el inicio, Los días heterónomos parte de la limitación provocada por la enfermedad para constatar su paradójica ampliación de campo, el acceso a una luz distinta que es descrita con la rica e imprevisible imaginería del autor, siempre alejada de los modos consabidos. Estructurados en cuatro secciones de nueve composiciones cada una, a las que se suman un prólogo y un epílogo en verso, los poemas recogidos en el libro recorren esos días en los que, en efecto, como sugiere el título, no somos ley de nuestro propio estar, pero también se acogen a la memoria, con gratitud no exenta de aristas, o proyectan una mirada crítica sobre la realidad cotidiana, de algún modo redimida por el don esa es su magia: / la poesía
Nació en el verano del 66 en Xerez. Ha vivido en Barcelona, Madrid, Roma,Londres y Sevilla. Aunque en su bibliografía se hacinan los títulos, él dice que en realidad sólo ha escrito un libro de poemas --repartido en tres volúmenes hasta hoy-, uno de ensayos --repartido en cuatro volúmenes-- y uno de relatos--repartido en cinco volúmenes, entre los que está El Estadio de Mármol (Seix Barral, 1995). Además, es autor de las novelas Yo soy, yo eres, yo es (1995), Nadie conoce a nadie (1996), que fue llevada a la gran pantalla por el director Mateo Gil, y Los príncipes nubios (2003), con la que ganó el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Es coordinador de la revista Zut.
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