«Es difícil intentar reconstruir algo sin prever la materia de que dispondrás. Sin saber si habrá una próxima tempestad ni qué quedará para rearmarse» nos dice Adriana, la protagonista de Las ausencias que me habitan, cuando el ginecólogo le comunica que ya no late el corazón de su hija. Y es entonces cuando comienza un viaje interior a través del cual iremos compartiendo sus vivencias y el antes y el después de la pérdida.
A través de un lenguaje duro, pero no por ello menos poético, y también seductor y poliédrico, asistimos a episodios de su vida y de las vidas de otras mujeres de su familia, historias interiores que se entrelazan y dejan cicatrices compartidas, que harán tambalearse sus convicciones, sus deseos de vivir y su relación de pareja.
En esta novela, Marina Medina Poveda sobre todo, nos da luz sobre una realidad silenciada o, lo que es peor, prohibida y que condiciona a gran parte del universo femenino y a las que muchas mujeres se somenten sin rechistar.