Este libro es un ensayo filosófico que intenta pensar la educación desde el lenguaje de la experiencia. Dentro de lo que se ha dado en llamar «sociedad del conocimiento», las actividades de enseñar y aprender constituyen modalidades más difíciles de llevar a término hoy día que hace varias décadas, pues el contexto en el que se realizan las prácticas educativas se caracteriza tanto por su menor grado de cohesión ética, social y cultural como por una cierta destrucción de la experiencia en beneficio de la ideología de la competencia y de la condición del experto. Pensar, entonces, la educación como una experiencia reflexiva supone un replanteamiento profundo de la racionalidad pedagógica dominante, uno que entienda que la educación no se satisface en su mera realización técnica, sino que se trata de una experiencia que compromete a maestros y profesores en las artes de la conversación y del juicio, de la deliberación y las decisiones educativas en contextos de incertidumbre. Artes orientadas hacia una ética del cuidado y de la preocupación por el sujeto en formación. Artes, en definitiva, destinadas a tomar una decisión en favor de la experiencia y del acontecimiento reflexivo de la educación.