Desde agosto de 1999, Anna Politkovskaya, reportera de la revista Novaia Gazetta, ha visitado Chechenia en más de cuarenta ocasiones para informar sobre la sequnda guerra que arrasa a esta pequeña república. A su juicio es el propio futuro de Rusia y sus oportunidades de instaurar una democracia auténtica lo que está en jueqo. AI describir el calvario de la población chechena, Politkovskaya muestra que la prolongación del conflicto hace que la situación se vuelva cada vez más incontrolable. La violencia absoluta favorece a la minoría chechena más radical, en detrimento de le mayoría partidaria de las ideas occidentales, al tiempo que deshumaniza a los combatientes de ambos bandos. Los militares rusos saquean, violan y matan con total impunidad. Los combatientes chechenos se sumen en acusaciones y ajustes de cuentas, devorados por el deseo de venganza y las cínicas exiqencias de la supervivencia, que derivan a veces en la criminalidad pura y dura. Estas prácticas terminan por ganqrenar moralmente al conjunto de la sociedad. Para Anna Politkovskaya esta espiral infernal tiene su origen en la tradición de un poder que necesita de un enemiqo, de un chivo expiatorio, al que carqar el peso de las desgracias reales que padecen los rusos en el difícil período poscomunista. Politkovskaya sólo toma partido por las víctimas. En octubre de 2002, y con peliqro para su propia vida, aceptó actuar como mediadora durante la toma de rehenes en un teatro de Moscú. acción que acabó dramáticamente.
Anna Politkóvskaya trabajó como corresponsal especial para el periódico quincenal ruso Novaia gazeta desde 1999. Tras obtener su licenciatura en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Moscú en 1980, trabajó primero para el diario Izvestiya y, más tarde, en la década de 1990, para el Megapolis Express y la Obshchaya gazeta, publicaciones ambas de periodicidad semanal. Su interés profesional se centra en las cuestiones sociales:
los usos públicos, las deficiencias del sistema judicial, las condiciones de vida en las prisiones y el destino de los huérfanos, los tullidos y los numerosos refugiados y desplazados que hay en el país. Por su libro Una guerra sucia, recibió en el 2002 el Premio del Pen Club International y en el 2003, el Premio Periodismo y Democracia otorgado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OCSE).
«Anna Politkovskaya ha roto ese muro de silencio y se ha convertido en una de las escasas voces independientes sobre la última guerra abierta en Europa.» EL CULTURAL - EL MUNDO