A los 7 años, abracé el cristianismo con toda mi fuerza y tomé mi primera comunión. Sesenta y tres años después, quiero mostrar, de alguna manera, cómo me gustaría que fueran las cosas del alma las que se ponen en juego: la vida, la muerte, el amor, la amistad, la locura, las religiones, las revoluciones... Pensando e intentando, en parte, un mundo mejor para todos.