Un día, cualquier día, un crimen, cualquier crimen, ocupa los titulares de los medios de información para irritar, conmover, apasionar a la ciudadanía. Pocos días después, el crimen pasa a engrosar el gran cementerio del olvido. Sin embargo, la historia de ese crimen sigue adelante a través de los vericuetos amargos, oscuros y dolorosos de un sumario, un juicio, unas declaraciones, una sentencia que reabre viejas heridas. De eso habla el autor al diseccionar una serie de casos vividos personalmente en sus años como cronista judicial. Un hombre de cincuenta años obsesionado por la infidelidad de su amante sale con un permiso de la cárcel y mata a la mujer en cuestión. La amante tenía catorce años. Una mujer apuñala a la amante de su marido. Otra en tratamiento psicológico mata a su amante por sádico y sinvergüenza. Un chico mata al marido de su madre en defensa de ella. Un hombre, sabe Dios por qué, muere junto a su mujer y su hija tras dejar abierto el paso del gas. Un matrimonio es asesinado por su chófermayordomojardinero... Historias terribles, desgarradoras.
