AUGE, MARC / ÁLVAREZ BALLESTAR, BEATRIZ (Ilustración)
"Si hay algo que nos reúne como sociedad, es la bicicleta: todos la hemos montado alguna vez. Cada uno de nosotros tiene el recuerdo de aprender a montar y, al hacerlo, descubrir una nueva forma de relacionarse con el mundo, con los otros y con uno mismo. En su humildad, la bicicleta nos pone en armonía con el tiempo y el espacio que habitamos. Fuertemente enraizada en nuestro imaginario cultural, goza de una doble dimensión mítica: colectiva e individual. Colectiva porque, desde mitades del siglo XX, constituye la forma de transporte de las clases obreras; e individual, pues ciclistas como Induráin o Coppi se alzan como verdaderos héroes ante la mirada del público. Ya Barthes, en sus Mitologías, analizó la manera en que los deportistas de élite se transforman en mito, aunque hoy esa idealización esté en parte mancillada por el dopaje. No obstante, ahora la bicicleta regresa con fuerza a las ciudades, gracias a las nuevas políticas urbanísticas. Su imagen es objeto de un renovado entusiasmo popular, como atestiguan Barcelona y París. La bicicleta se alza, pues, como proy
Marc Augé (Francia, 1935) nació en una familia de militares, se interesó en la descolonización, pero también en las ciencias de la información y la comunicación. Con el tiempo, terminó transformándose en el mejor observador de lo que él mismo llamó "sobremodernidad". Una situación social marcada por el exceso: tiempo, velocidad, movimientos y consumo. Desde las lagunas del sur de Costa de Marfil hasta el Jardín de Luxemburgo, de Togo al metro de París, del paganismo al hipermodernismo, Marc Augé inventó una singular antropología de los mundos africanos y contemporáneos.