PEINKOFER, MICHAEL
«Ella corría cuanto podía.
No notaba el frío ni la nieve bajo sus pies
desnudos, lo único que sentía era terror.
Un terror de muerte.
El corazón le latía apresuradamente al tiempo
que seguía corriendo cuesta arriba entre
los árboles desnudos, sin prestar atención a
las ramas que le azotaban el rostro y dejaban
verdugones ensangrentados ni al viento
gélido que soplaba desde el valle. Sólo quería
avanzar y regresar a casa.
Se volvió sin dejar de correr: el lobo estaba
aún más próximo. Ella vio sus ojos azules
fríos como el hielo, los dientes y el morro
del que surgía el vapor del aliento de
la bestia y su terror se convirtió en pánico.
La niña soltó un grito y echó a correr más
rápido, con el lobo pisándole los talones.
Como si el tiempo se hubiera detenido,
pudo ver cada uno de los músculos bajo la
piel grisácea del monstruo y creyó percibir
su aliento en la nuca. Corriendo para salvar
la vida, la niña esforzó su frágil cuerpo
al máximo
y de pronto alcanzó el camino
hondo que conducía a la aldea. Quizá,
con un poco de suerte
La niña cerró los
ojos y siguió corriendo a toda prisa a través
de la nieve helada, sin prestar atención
a las huellas ensangrentadas dejadas por sus
pies lastimados. La bestia aún debía de estar
persiguiéndola
pero ¿por qué ya no la
oía? Echó un rápido vistazo por encima del
hombro
¡el lobo había desaparecido! Incapaz
de sentir alivio o de sorprenderse, la
niña recorrió el camino hasta el final, desde
donde ya se divisaban las casas de la aldea
pero la imagen que apareció ante ella
era tan inesperada y aterradora que quedó
paralizada.»
Es escritor, periodista cinematográfico y traductor. Ha escrito numerosos libros de éxito para adultos. Su primera saga de literatura fantástica para niños se publicó en Carlsen bajo el título de < i >¡Piratas! < /i > . Ya de niño soñaba con viajar a las estrellas y vivir allí excitantes aventuras. Y su sueño se ha hecho realidad. Hoy vive con su familia en Algovia..., y desde allí despega hacia el universo...