MALERBA, LUIGI
«El hijo de los patronos se hizo amigo del viejo y después del alfabeto escribieron juntos un montón de palabras, cortas y largas, bajas y altas, delgadas y gordas, tal como se las figuraba Ambanelli. El viejo puso tanto entusiasmo que soñaba con ellas por la noche, palabras escritas en libros, en las paredes, en el cielo, grandes y resplandecientes como el universo estrellado. Algunas palabras le gustaban más que otras y hasta intentó enseñárselas a su mujer. Luego aprendió a juntarlas y un día escribió: Consorcio Agrario Provincial de Parma . Ambanelli contaba las palabras que había aprendido como se cuentan los sacos de grano que salen de la trilladora y cuando llegó a aprenderse cien le pareció que había hecho un buen trabajo. Ahora creo que ya es suficiente para mi edad.