De la abyección invita al lector a explorar los bajos fondos de la ignominia del ser humano. Un lírico descenso a los infiernos de la personalidad a través de los tortuosos senderos del Mal y el Pecado en mayúsculas. A causa de su homosexualidad, Jouhandeau se embarcó en un catolicismo sui generis, místico y casi fundamentalista. Vivió sus primeras emociones como un ultraje a Dios y con un extremo sentimiento de culpabilidad, aunque eso no le impidió entregarse a relaciones esporádicas, de modo que toda su vida osciló entre la celebración del cuerpo y la belleza masculina y el sentimiento pecaminoso y mortífero de la sexualidad. Hasta el punto de que en 1914, en un arranque de misticismo, Jouhandeau quemó sus manuscritos e intentó suicidarse. En esta sinuosa cartografía de la perdición, traducida por vez primera al español, su estilo, seco y elegante, revela una personalidad compleja, cándida e impúdica, dotada de una especial habilidad para desvelar con cruel ironía los secretos del alma. Su obra, que influyó decisivamente en autores como Jean Genet y JeanPaul Sartre, constituye una empresa totalizadora en que evoca admirablemente la relación con Dios a través del mal, o más exactamente, de la abyección.
Marcel Jouhandeau nació en
1888 en Guéret (Francia) y murió en 1979 en Rueil-Malmaison. Estudió en Guéret
y, posteriormente, en el instituto Henri IV de París y en la Sorbona. Desde
1912 fue profesor en un colegio de Passy. Muy religioso, toda su vida osciló
entre la celebración del cuerpo masculino y la vivencia mortificante de la
sexualidad, hasta el punto de que, en 1914, en un rapto místico, Jouhandeau
quemó todos sus escritos y trató de suicidarse. En 1949 se casó con la
bailarina Élisabeth Toulement, pariente de Jean Cocteau y Max Jacob; se abrió
así un periodo en que se retractó de sus tendencias homosexuales, para más
adelante volver a abandonarse a ellas. Autor de más de veinte obras, entre
ellas Pincegrain (1924), Monsieur Godeau marié (1933), Chaminadour (1934-1941) o Journaliers (1961-1978), por muchos
motivos tachado de maldito, antijudío y colaboracionista, está considerado un
«diseccionador» del alma humana, de la que busca sus secretos mejor guardados.