«Empiezas un cuento de Saki y lo acabas. Acabas uno y tienes que empezar otro, y cuando los acabas ya nunca los olvidas. Siguen siendo adictivos porque superan con creces la simple diversión. La risa se combina con una sensación de salvajismo, el ingenio urbano con el panteísmo, y el completo desprecio por la moralidad con el idealismo, de modo que salimos de ellos con la perturbadora sensación de que hemos participado en un canto al instinto desnudo e inteligente. La civilización se ha visto derrocada y sustituida por una extraña supernaturaleza, y toda esa adoración del instinto nos llega de un modo tanto más contundente por cuanto surge del decorado de una reunión en una casa de campo, un té vespertino y todas las veneradas convenciones de la sociedad eduardiana.» Tom Sharpe
"Saki no tiene lectores, tiene fanáticos"
Los personajes de sus cuentos nunca son héroes, sino antihéroes de una actualidad descorazonadora, que apelan al humor como única y última arma de defensa. El humor es el elemento esencial e insustituible de toda su obra, su capacidad para narrar las situaciones más inverosímiles con una aparente sencillez que esconde al gran estilista.