HERNANDO, ALBERTO
La vida humana es devenir y mutación, un Ciclo que transcurre del nacimiento a la muerte, un intervalo de tiempo que va de la Nada a la Nada. No se trata aquí de una enésima versión del Eterno Retorno o un ejercicio más de nihilismo infecundo, sino de mostrar cómo se sustancia la vida y que, pese a su ineluctable y trágico periplo, vale la pena vivirla. Pero no a cualquier precio: frente a la voluntad de poder que predomina en la sociedad, hay que oponerle como impugnación, subversión y deseo una voluntad de vivir: pedir a la vida que lo sea, sin exigencias ni subordinaciones a sedicentes verdades políticas, ideologías o imperativos religiosos. Para elucidar ese Ciclo se recurre a lo fragmentario o mínima en vez del sistema o summa. ¿No es la vida, al cabo, un curso contingente que se explica mejor a través de sus fragmentos? Vida, cuerpo, palabra, emociones, sombra, tránsitos, memoria, vacío, crepúsculo y muerte componen, con lenguaje preciso y sin concesiones a la banalidad, los territorios y la cartografía del Ciclo.