FIGUERA AYMERICH, ANGELA
Ángela Figuera Aymerich figura en importantes antologías de la llamada poesía social española del siglo XX. En esta ocasión comentamos un delicado libro de poemas que escribió para sus nietos. En ellos pone la misma sensibilidad y calidad que derramó con su sabia pluma en sus creaciones para adultos, porque los niños le merecían el mismo respeto. Escribe sobre los temas que a ellos les gustan y lo hace con dulzura y alegría, creando un clima familiar y cercano.
La trayectoria vital de Ángela Figuera Aymerich (1902-1984) refleja su compromiso con la historia política de su país y de su tiempo: antifranquista, escritora en un mundo dominado por hombres y defensora del papel social de la mujer. Se rebeló a su manera, cuestionando los modelos que imponía la sociedad en la que vivió. Nunca quiso definir su poesía, aunque se la etiquetó como poeta social; ni listar sus influencias (ella se remontaba al romancero). Afirmaba que en su obra se reflejaban todas sus lecturas, pasadas y presentes. Fue amiga de poetas de su generación, pero no le gustaba que la encasillaran en un grupo poético. Era una mujer comprometida con su tiempo y solidaria con la gente y, según escribió ella misma, con sus poemas pretendía Crear belleza con la palabra [ ] Acompañar, consolar, denunciar, protestar, gritar, dar fe de amor a las cosas grandes y pequeñas. Publicó Mujer de barro (1948), Soria pura (1949), El grito inútil (1952), Los días duros (1953) y Víspera de la vida (1953), Belleza cruel (1958, Premio de Poesía Nueva España) y Toco la tierra (1962). Así como los poemarios dedicados al mundo infantil Cuentos tontos para niños listos (1980) y la póstuma Canciones para todo el año (1984).