Durante años, Joseph Conrad (18571924) recorrió las rutas orientales al servicio de la Marina Mercante inglesa. Estos viajes le suministraron material para muchos de sus relatos y avivaron en él el sentimiento de soledad, abandono y exilio que siempre lo acompañó. En TIFÓN (1902) describe la tempestad salvaje que sufre el NanShan, un vapor que transporta a doscientos culíes (trabajadores indígenas) de regreso a China con sus ahorros celosamente guardados. Esto le da pie para un penetrante análisis de comportamientos humanos variados, que van desde la generosidad hasta el envilecimiento. En el capitán MacWhirr, ecuánime y con una confianza casi mística en la capacidad del hombre para imponerse a las fuerzas de la naturaleza, condensa el autor las virtudes de orden, disciplina y sentido del deber que siempre admiró.
Joseph Conrad (Józef Teodor Konrad Korzeniowski, 1857-1924) De origen polaco, perdió a sus padres cuando era niño y con sólo 17 años se embarcó por primera vez en Francia para iniciar su aprendizaje en la marina mercante. En 1886 obtuvo la nacionalidad británica y, ocho años después, abandonó la marina para dedicarse en exclusiva a la literatura. Pronto se convirtió en uno de los escritores fundamentales de la literatura inglesa, con grandes éxitos como El negro del Narcissus, El corazón de las tinieblas, Lord Jim, Tifón, El agente secreto, Victoria y Entre la tierra y el mar (Belacqva, 2006), entre otros. Cuando murió, había tenido tiempo de contrabandear armas para los revolucionarios carlistas en España, de viajar desde el archipiélago malayo hasta la costa caribe de Colombia, de tener dos hijos y escribir más de veinte libros, de ser admirado por Henry James y por André Gide, de negarse a recibir los máximos honores de la Corona Británica y de cambiar para siempre el arte de la novela.