Quinto Tulio Cicerón escribió en el 64 a. C. una carta a su hermano mayor Marco a modo de breve tratado sobre cómo presentarse a las elecciones al consulado. Poco podía imaginarse que ese texto pasaría a la posteridad, no solo por su valor histórico, sino también por la sorprendente actualidad que siguen teniendo sus acertados consejos, más allá de otras consideraciones éticas.Nos encontramos, por un lado, ante un valioso testimonio sobre la manera de concebir una campaña electoral durante la República romana, que no dudaron en aprovechar sus contemporáneos, con Julio César a la cabeza. Pero también tenemos en Quinto Tulio Cicerón a una especie de hábil director de campaña que sabe cuáles son las claves para ganar las elecciones, dejando en un segundo plano el debate ideológico o los programas políticos, para centrarse en la lucha por el poder y en los mecanismos para conseguirlo, como ofrecer una buena imagen, buscar apoyos, adaptarse a lo que quiere el público o atacar a los rivales.
La figura de Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C) constituye, sin lugar a dudas, una de las más relevantes de cuantas nos haya legado la Antigüedad clásica. Nacido en el seno de una familia perteneciente a la nobleza de Arpino, recibió una formación completa en Grecia y Roma que, combinada con su inusual capacidad oratoria y un brillante dominio del lenguaje, le llevó a ser un político republicano prominente, el más destacado abogado de su tiempo, un reputado pensador y un escritor que es el paradigma de la perfección de la lengua latina. Marco Tulio Cicerón es el escritor romano de época clásica del que mayor cantidad de escritos se han podido leer en los veinte largos siglos que han seguido a su muerte.