WOLKE, ROBERT L.
¿Cree que el bicarbonato de sodio absorbe los olores de la nevera. que los huevos de doble yema albergaban polluelos gemelos. que los plátanos contienen más calorías cuanto más maduros y dulces están. o que las vieiras gigantes se pescan a mano?... ¿Se ha preguntado alguna vez por qué se cree que el queso para untar proviene de Filadelfia. si el helado que compra tiene más de un 50 % de aire. cómo se puede enfriar una bebida con hielo sin que se le diluya. por qué nos hacen llorar las cebollas. o por qué son mejores los hornos de ladrillo para hacer el pan y las pizzas?... Con el mismo lenguaje claro, didáctico y desenfadado que convirtió su primer Lo que Einstein le contó a su cocinero en un éxito de ventas, Robert L. Wolke aúna en este segundo volumen la autoridad del científico con la claridad y el ingenio de un profesor ejemplar. Una vez más, consigue hábilmente salvar las distancias entre el químico y el cocinero, así como acercar de manera magistral ambas disciplinas a toda aquella persona que simplemente siente curiosidad por el mundo que le rodea. Si nos lo podemos pasar bien con la alimentación y la cocina, también podemos y deberíamos hacerlo con la ciencia. Gracias a su fino humor y a su aguda ironía, Robert L. Wolke logra hacernos disfrutar tanto de una cosa como de otra desde la primera hasta la última página.