BARJA, JUAN
«Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas pala bras. Al desplazarse la humanidad desde oriente, hallaron una vega en el país de Senaar y allí se establecieron. Entonces se dijeron uno al otro: `Ea, vamos a fabricar ladrillos y a cocer los a! fuego`. Así, el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa. Después dijeron: `Ea, vamos a edificar una ciudad y una torre con la cúspide en !os cielos, y hagámonos famo sos, por sí nos desperdigamos por toda la haz de la tierra`». Era un mismo lenguaje, y se oían idénticas palabras. Y, sin embargo, un desplazamiento, como un recorrido origina rio el mismo que hace el sol sobre su curso, el que va desde Oriente hasta Occidente, abría ya la marcha de los hom bres en el transcurso de un itinerario que se abre ya, desde el `principio`, como itinerario de sus vidas y se cierra, tam bién desde el `principio`, como Itinerario de una Historia que nunca abandonó su movimiento circular, procedente de `Oriente` toda tierra es `oriente` para otro en ese des plazarse indefinido. La prueba de que existe ya ese otro la interna preexistencia de eso Otro en el mismo modelo que se enuncia bajo las apariencias de lo misma (que aquí se escucha como idéntico) es el texto mismo que se lee. La hipótesis Babel es muchos libros pero todos ellos arti culan el mismo interrogante: ¿se puede construír/destruir literariamente una torre?, y plantean la misma paradoja: que una torre no es sólo vertical o, más bien, que la vertica lidad es una ilusión sostenida por !a arquitectura y demo lida siempre por la literatura. En el fondo del libro subyace !a radical oposición entre arquitectura siempre efímera, a pesar de su elevada apariencia física y literatura la cual reconoce una eternidad anterior y más allá de !o divino, en el corazón mismo dei lenguaje, como sí hasta los dioses fueran también deudores de esa indefinición entre verdad y mentira, que es la que alimenta la posibilidad de hablar, de contar y, como acto seguramente ya inútil, de escribir.