Estudio preliminar:
La dura forja del intelectual libre y del humanismo cristiano
La experiencia de Julio II. El diálogo Julio II excluido del reino de los cielos
Los Adagia: 1508, 1515
Los Silenos de Alcibíades y La guerra es dulce para quienes no la han vivido
Noticia bibliográfica
Nota sobre la presente edición
Escritos de crítica religiosa y política:
I. Julio II excluido del reino de los cielos
II. Silenos de Alcibíades
III. La guerra es dulce para quienes no la han vivido
«Ahora bien, si hay algo en la vida humana que conviene afrontar con vacilación y que incluso se debe evitar, conjurar y mantener lejos por todos los medios, es sin duda la guerra, pues nada es más impío o más dañino, más ampliamente pernicioso o más persistente y tenaz. nada es más repugnante y totalmente indigno de un hombre, por no decir ya de un cristiano. Y sin embargo sorprende cómo hoy se emprende la guerra por todas partes, con la mayor ligereza y por cualquier motivo. con qué crueldad y barbarie se la lleva a cabo, no únicamente entre los paganos, sino hasta por los mismos cristianos. y no sólo profanos, sino incluso sacerdotes y obispos. no sólo jóvenes e inexpertos, sino incluso ancianos muy experimentados. no sólo la plebe y el vulgo por naturaleza versátil, sino sobre todo los príncipes, cuya obligación sería componer con sabiduría y razón los movimientos irreflexivos de la necia multitud. Y tampoco faltan jurisconsultos y teólogos que azuzan a estos crímenes y, como suele decirse, estimulan con el agua fría. El resultado de todo ello es que actualmente la guerra es algo tan habitual que los hombres se sorprenden de que haya alguien a quien no le guste. tan reconocido y aceptado que resulta impío y casi diría herético reprobarla, como si no fuera la cosa más criminal y también la más deplorable [...]».
Erasmo de Rotterdam (1469-1536) es el máximo exponente del Renacimiento europeo. Reconocido como pedagogo, orador y maestro de los humanistas cristianos, sus ideas son tenidas en cuenta en toda Europa. Ante la grave situación en que se encuentran la institución eclesiástica y el clero, siente la necesidad de reformar la Iglesia y apuesta por el regreso al cristianismo primitivo y a la lectura de las Sagradas Escrituras. Su ideario humanista propone la recuperación de los valores permanentes de la cultura grecolatina, la denuencia de la guerra y un apasionado compromiso con los principios del pacifismo. El amor es el eje de la doctrina erasmiana. Su mensaje propone un cristianismo esencial para exhortar a los cristianos no a creer menos, sino a creer mejor, a ser conscientes de lo que exige su fe, y en particular la caridad. Destacan las siguientes obras: Enchiridion Militis Christiani (1503), Encomion Morias-Encomion Stultitiae (1511), Querella Pacis (1516), Institutio Principis Christiani (1516), Consultatio de bello Turcis inferendo (1530), Institutio Christiani Matrimonii (1526) y La viuda cristiana (1529).