Escrita tras La locura de Almayer y El vagabundo de las islas, sus dos primeras novelas, en El negro del Narcissus (1897) Joseph Conrad vierte parte de sus vivencias como marino mercante y capitán de barco durante veinte años. La novela comienza en Bombay cuando la tripulación del velero Narcissus se embarca para una larga travesía de vuelta al puerto de Londres. Conrad narra con un vívido realismo y gran penetración psicológica las vicisitudes del viaje, incluida una terrible tormenta y la extraña enfermedad del cocinero negro James Wait, «el negro del Narcissus», enrolado a última hora: también Conrad realizó ese viaje, en ese mismo velero, trece años antes. A propósito de esta novela, su autor dice en el prefacio: «Un negro en el alcázar de un barco británico es un ser solitario. Carece de amigos. Sin embargo, James Wait, temeroso de la muerte, que convirtió en su cómplice, era un impostor con carácter: dominaba nuestra compasión, se burlaba de nuestro sentimentalismo y salía victorioso ante nuestras suspicacias ... (James Wait) representa simplemente el centro de la psicología colectiva del barco y el eje de la acción ... Es el libro mediante el cual, quizá no como novelista, sino como artista que busca la máxima sinceridad de expresión, pretendo perdurar o desaparecer. Sus páginas constituyen el homenaje de mi afecto inalterable y profundo por los barcos, los marinos, los vientos y el mar inconmensurable: los forjadores de mi juventud, los compañeros de los mejores años de mi vida».
Joseph Conrad (Józef Teodor Konrad Korzeniowski, 1857-1924) De origen polaco, perdió a sus padres cuando era niño y con sólo 17 años se embarcó por primera vez en Francia para iniciar su aprendizaje en la marina mercante. En 1886 obtuvo la nacionalidad británica y, ocho años después, abandonó la marina para dedicarse en exclusiva a la literatura. Pronto se convirtió en uno de los escritores fundamentales de la literatura inglesa, con grandes éxitos como El negro del Narcissus, El corazón de las tinieblas, Lord Jim, Tifón, El agente secreto, Victoria y Entre la tierra y el mar (Belacqva, 2006), entre otros. Cuando murió, había tenido tiempo de contrabandear armas para los revolucionarios carlistas en España, de viajar desde el archipiélago malayo hasta la costa caribe de Colombia, de tener dos hijos y escribir más de veinte libros, de ser admirado por Henry James y por André Gide, de negarse a recibir los máximos honores de la Corona Británica y de cambiar para siempre el arte de la novela.