CASTILLA DEL PINO, CARLOS
Toda conducta se produce siempre en función de un contexto y una actitud concretas. La actitud es el factor afectivo-emocional que modula la conducta y la transforma en la singular actuación de cada uno de nosotros ante una situación determinada. La conducta y la actitud, sumadas a las actuaciones, hacen aflorar un rasgo fundamental del sujeto: su esencial inestabilidad, el hecho de estar en un proceso constante de construcción y deconstrucción con el que se adapta a cada contexto.
Esta oscilación entre la versatilidad de la conducta humana y la necesidad de conquistarse una identidad reconocible permite al eminente psiquiatra carlos castilla del pino explorar el complejo entramado de actitudes y formas de conducta tipificadas: por ejemplo la envidia, la suspicacia, el odio, la obscenidad, la ironía o la extravagancia, las cuales nos ayudan a enfrentarnos al mundo y a presentarnos como sujetos en diferentes situaciones. Y si la psicología reconoce la mutua interacción entre los aspectos cognitivos y emocionales que nos caracterizan, la antropología (en la estela de autores como Cassirer, Simmel, Weber, Dilthey o Jaspers) nos descubre por su parte al actor y personaje que somos y que construimos en nuestras interacciones sociales.
carlos
castilla del pino nació en 1922 en San Roque, Cádiz. Se licenció y doctoró en la Facultad de Medicina de Madrid. Se formó
en el Departamento de Psiquiatría del Hospital General de Madrid durante ocho
años. Trabajó cinco años en el Instituto Ramón y Cajal de Madrid y desde 1949
dirigió el Dispensario de Psiquiatría de Córdoba, donde también ejerció como
catedrático de esta disciplina. Autor de una larga serie de ensayos e
investigaciones relacionadas con su especialidad, castilla del pino es, sin duda, uno de nuestros más
reconocidos teóricos en esta materia. Tusquets Editores tiene el privilegio de
haber publicado varios títulos que lo representan en todas sus facetas: la del
ensayista, con teoría de los
sentimientos (Ensayo 45 y Fábula 183) y el odio (Ensayo 49), la del novelista, con discurso de onofre (Andanzas 377), y la
del memorialista, con pretérito
imperfecto (Andanzas 294 y Fábula 208), ahora también en esta misma
colección (Tiempo de Memoria 41).