Antes de que el LSD y las andanzas con los Alegres Bromistas (relatadas por Tom Wolfe en Ponche de ácido lisérgico) le convirtieran en uno de los personajes míticos del underground de los años sesenta, Ken Kesey ya había publicado Alguien voló sobre el nido del cuco, una auténtica «novela de culto». En 1960 Ken Kesey, estudiante universitario, se ofreció como voluntario para los experimentos sobre drogas psicodélicas que los psiquiatras de un hospital californiano ensayaban para futuros usos terapéuticos. De esta experiencia personal nació Alguien voló sobre el nido del cuco. Su protagonista, Randle McMurphy, que se finge loco para escapar a los rigores de la cárcel, es destinado a la sala del hospital psiquiátrico que dirige Ratched, la sádica Gran Enfermera. McMurphy, vital, generoso, amoral y rebelde, librará una guerra contra la Gran Enfermera. Las batallas serán divertidas y cruentas. algunos internos perderán en ellas la vida, y otros descubrirán los encantos del sexo, la bebida, la libertad y la rebelión permanentes.
«...tiene muñecas gruesas y antebrazos robustos, y la forma en que los mueve lo vuelven gigantesco. Parece más alto de lo que es, quizá por la magnitud de su cuello. Tiene un cuello enorme, con un par de esternocleidomastoideo que surgen de la prisión de su camisa de trabajo como cabos de amarre. La mandíbula y el mentón son macizos. Se parece algo a Paul Newman, pero es más musculoso, tiene el pellejo más duro y unos apretados rizos rubios que burbujean alrededor de su cabeza. Casi no le queda pelo en la coronilla, pero de alguna manera esa carencia sienta muy bien a su enorme cuello y a su estructura de luchador. Entonces esboza una leve sonrisa. Es curioso, no tiene una sola arruga en el rostro. Después de tanta caza y tanta lucha, parece encontrarse en la tercera semana de estancia en un balneario: sereno», Tom Wolfe