Una obra sobre sospechas universitarias que funde sus múltiples significados en un tono que es, a la vez, de ironía y de participación emotiva. Un enemigo misterioso ataca pérfidamente, en una revista de estudios grecolatinos, a un profesor de filología en la cumbre de su carrera universitaria. Dominado por una ansia creciente, el profesor emplea todos los medios para descubrir su identidad, llegando incluso a poner en peligro su propia reputación, y la búsqueda del enemigo se convierte en el momento crucial de su existencia. Pistas falsas le llevan a otra ciudad; los amigos, la mujer, la amante revelan inesperadas intrigas. Y mientras él sigue adentrándose en un mundo de reticencias y ambigüedades, algunos acontecimientos, que aumentan su turbación y que culminan en el suicidio de un amigo, hacen aún más dramática su búsqueda al tiempo que amplían su significado.Intensa y cautivadora en su acción, que no sólo implica al protagonista, sino tambien a las numerosas figuras que le rodean y poseen un relieve autónomo, El jugador invisible es una novela que recupera, desde un ángulo original, las sorpresas de la trama y el juego de los personajes; representa la crisis de unas existencias individuales, pero es también la sátira de una determinada manera de vivir la cultura; y está recorrida por una violencia subterránea, que en los diálogos emerge con singular eficacia.Escrita en un estilo móvil e incisivo, fruto de una incesante investigación sobre el lenguaje objeto a su vez de sabrosos análisis y de variaciones inventivas, El jugador invisible funde sus múltiples significados en un tono que es, a la vez, de ironía y de participación emotiva; mientras, la riqueza de los temas (desde la hipocresía a la pasión y el adulterio, desde las frustraciones profesionales y literarias al ajedrez) confluyen, en un final invadido de melancolía y piedad, no en la superación de la crisis, sino en su aceptación: en la conciencia de que el enemigo invisible que «juega» con el protagonista es externo a él, pero también interno, es el destino y lo ignoto, pero también lo cotidiano.
«...tiene muñecas gruesas y antebrazos robustos, y la forma en que los mueve lo vuelven gigantesco. Parece más alto de lo que es, quizá por la magnitud de su cuello. Tiene un cuello enorme, con un par de esternocleidomastoideo que surgen de la prisión de su camisa de trabajo como cabos de amarre. La mandíbula y el mentón son macizos. Se parece algo a Paul Newman, pero es más musculoso, tiene el pellejo más duro y unos apretados rizos rubios que burbujean alrededor de su cabeza. Casi no le queda pelo en la coronilla, pero de alguna manera esa carencia sienta muy bien a su enorme cuello y a su estructura de luchador. Entonces esboza una leve sonrisa. Es curioso, no tiene una sola arruga en el rostro. Después de tanta caza y tanta lucha, parece encontrarse en la tercera semana de estancia en un balneario: sereno», Tom Wolfe