Se llama Sportello, Doc Sportello, y es un detective privado un tanto peculiar en el colorista Los Ángeles de finales de los años sesenta. Hacía ya tiempo que Doc no veía a su ex, Shasta, seductora femme fatale, cuando ésta recurre a sus servicios porque ha desaparecido su nuevo amante, un magnate inmobiliario que había visto la luz del buen karma, un tanto distorsionada por el ácido, y quería devolver a la sociedad todo lo que había expoliado. Sportello se ve enredado entonces en una intriga en la que los escrúpulos chispean por su ausencia y cuya trama es casi la de una novela negra clásica. A partir de ahí, Thomas Pynchon pergeña un retrato desbocado de una California poblada por surfistas embriagados de la mitología de las olas gigantes, combatientes de Vietnam o agentes del FBI reconvertidos en hippies, pandillas carcelarias, la escabrosa sombra de Charlie Manson y sus acólitas, una brutal organización secreta de dentistas, polis corruptos, una protointernet o bellas masajistas de sexualidad ambigua. Todo sazonado con diálogos y guiños hilarantes, al ritmo de una frenética banda sonora que sirve de réquiem psicodélico por una época que pudo ser y no fue.
Thomas Pynchon nació en Nueva York, en 1937. A
pesar de su enorme prestigio, prefiere permanecer en el anonimato, y de él
apenas se sabe que estudió ingeniería y literatura en la Universidad de
Cornell, donde fue alumno de Vladimir Nabokov (aunque éste no recordara haberlo
tenido en clase), que escribió folletos técnicos para la compañía Boeing, que
envió a un comediante a recoger el National
Book Award y que vive en Nueva York. Tusquets
Editores se enorgullece de tener finalmente en su catálogo toda su obra: además de las novelas ya
mencionadas, Vineland (Andanzas 160), el libro de relatos Un
lento aprendizaje (La Flauta Mágica 29) y Mason y Dixon (Andanzas
406), su novela más reciente y probablemente su obra magna.