Si Las sombras del agua, la primera entrega poética de Diego Vaya, cortaba amarras con la infancia al constatar el ingreso en el dolor de la juventud, en Un canto a ras de tierra menudean los símbolos de la desolación, cuyo heraldo es ese ángel exterminador del primer poema. Y entre la desolación, el amor que se erige en refugio posible, único rastro celeste, pese a tanta ceniza. Andrés González Castro