1. Aventuras en el mar
2. Características de Henry Preston Standish
3. Novela visionaria
4. Vida tranquila de Henry Preston Standish
5. Supervivencia en el mar
6. Prioridades en la vida
7. Nueva York en la obra
8. Tensiones narrativas en "Un caballero a la deriva"
9. Reflexiones sobre la existencia
10. Destino trágico de Standish
Henry Preston Standish es un caballero en toda regla: goza de una exquisita educación y de una acomodada posición social, vive holgadamente en Nueva York y es un esposo fiel y un padre cariñoso. En definitiva, su apacible vida «fluye tranquilamente, sin hacer apenas ruido». Aún así, un día Standish siente el súbito impulso de salir en busca de la aventura y se embarca en el Arabella. En el viaje recuperará, lejos de sus obligaciones habituales, cierta alegría de vivir: en ese momento tiene treinta y cinco años y nunca se ha sentido mejor. Es entonces cuando la banalidad decide truncar su brillante destino: el protagonista, al resbalarse con una mancha de grasa mientras contempla la salida del sol, se cae por la borda en mitad del océano Pacífico.
Excelente nadador y templado de espíritu, Standish elucubra sobre sus posibilidades de supervivencia y bracea con la esperanza de que lo rescaten durante unas horas cruciales en las que, sin embargo, nadie a bordo advierte su ausencia.
Un caballero a la deriva es una novella visionaria, una pieza magistral por su sencillez, por su tensión narrativa y porque plantea la cuestión de la existencia en sus términos más fundamentales. Una parábola tragicómica que nos hace reparar en cómo ordenamos las prioridades en nuestras ajetreadas vidas y que nos recuerda, en sentido literal y figurado, que no siempre es fácil mantenerse a flote.
Herbert Clyde Lewis nació en Nueva York en 1909. En 1933 comenzó a escribir ficción mientras trabajaba para el New York Journal. En 1937 publicó su primera novela, Un caballero a la deriva, a la que siguieron Spring Offensive y Season?s Greetings. En 1942 se mudó a Hollywood, donde fue guionista para la 20th Century Fox. Fue nominado al premio de la Academia por Sucedió en la 5ª Avenida, pero, por sus actividades políticas, pasó a engrosar la lista negra hollywoodiense, y hubo de volver a Nueva York, donde colaboró como editor con la revista Time. En 1950 falleció de un ataque al corazón.