El manifiesto del papa Francisco sobre el tema crucial de nuestra existencia y de su enseñanza: el AMOR. Te quiero, eres importante para mí, cuento contigo: amistad, afecto, aprecio, atención, cuidado, son deseos imprescindibles que nos unen y por los que el corazón siente una sed innata. El ser humano necesita amar y ser amado. De todos es sabido que compartir la bondad reduce las penas y contagia la alegría. El mandamiento del amor que nos dejó Jesús solo nos pide que amemos a los demás y a nosotros mismos de un modo auténtico, porque solo así nuestras vidas serán plenas, ricas y satisfactorias. El amor es el mayor regalo que recibimos y que podemos ofrecer. Nos une, nos hace iguales, derrumba las barreras y las distancias. No siempre es una fantasía dulce o una telenovela con una música de fondo de violines, sino que es una experiencia concreta y a veces arriesgada. Un camino exigente pero que conduce a un destino definitivo: el de una vida plena. El amor es la puerta a la felicidad y la cura para la soledad y la ansiedad en las que a veces caemos. Te deseo el amor reúne algunas de las frases favoritas de la obra de García Márquez, Dante Alighieri, Dostoyevski, Ungaretti, Balzac, Tolkien, Merini, Romero, Pasternak, San Francisco de Asís, Manzoni, Kierkegaard, Novalis, Borges y muchos otros.
Francisco, nombre elegido por el argentino Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 17 de diciembre de 1936) para ocupar el Papado, se ordenó sacerdote en 1969 y entre 1973 y 1979 fue superior provincial de los jesuitas en Argentina. En 1992, Juan Pablo II le designó obispo de Oca y uno de los cuatro obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Buenos Aires, cuyo arzobispado encabezó desde 1998 hasta 2001, en que fue creado cardenal por el mismo pontífice. Posteriormente, entre 2005 y 2011, presidió la Conferencia Episcopal Argentina. Francisco es el primer Papa procedente del continente americano y el primer no europeo desde el siglo VIII. Escritor prolífico, es autor de numerosos libros, entre ellos Meditaciones para religiosos (1982), Ponerse la patria al hombro (2004), la encíclica Lumen fidei (La luz de la fe, 2013) y la exhortación apostólica Evangelii gaudium (La alegría del evangelio, 2013).