En paralelo a la claridad con la que fue capaz de concebir los primeros autómatas, tan representativos de lo que será Occidente en los siglos posteriores, en paralelo también a la distinción con la que concebía sus razonamientos matemáticos, Pascal avista todas las oscuridades que enfangan el alma.
Para Pascal la tarea a la que nos dedicamos con mayor denuedo, esa en la que nos proyectamos con toda la intensidad de nuestra existencia, la de buscarle el sentido a la vida, no es que sea incierta o quede irresuelta, a falta de mejores talentos o mayores conocimientos, es que es vana de suyo.
Esta tragedia existencial, que seamos fútiles, por si no fuera poco ser fugaces, aboca según Pascal a que tengamos que decidir entre la diversión y la muerte.
Pese a al recepción existencialista del texto de Pascal, si se sabe leer da pistas seguras sobre las condiciones en que puede ser lúcida la esperanza.
(Clermont-Ferrand, 19 de junio 1623-París, 19 de agosto de 1662) fue un polímata, matemático, físico, filósofo cristiano y escritor francés. Sus contribuciones a la matemática y a la historia natural incluyen el diseño y construcción de calculadoras mecánicas, aportes a la teoría de la probabilidad, investigaciones sobre los fluidos y la aclaración de conceptos tales como la presión y el vacío. Después de una experiencia religiosa profunda en 1654, Pascal abandonó la matemática y la física para dedicarse a la filosofía y a la teología.