Es extraño encontrar en una autora tan joven una escritura que recuerda la maestría técnica de Cortázar y García Márquez. Estas afirmaciones son palabras mayores, pero nuestra formulación no es vana. Hábil, inteligente, culta, mordaz, tierna, sutil y apasionada son adjetivos que le van como anillo al dedo. Tres relatos que tocan temas apasionados, como el amor, la vida y la muerte, pero vistos bajo el prisma de la actualidad por una joven cuyos personajes, sin embargo, gozan de gran profundidad psicológica así como de una envidiable madurez. María Zaragoza es capaz de escribir grandes relatos trágicos, con un regusto agridulce, tierno y descarnado a la vez. El primero, Cuna de cuervos, inspirado vagamente en la trama novelesca del Quijote, trata de una niña con la cara quemada que se ve obligada a prostituirse y que se enamora irremediablemente de un chico que llega a su habitación para suicidarse. El siguiente, Realidad de humo, está inspirado en el relato Ojos de perro azul del Nobel colombiano y aborda la historia de amor, tierna y descarnada, entre dos desconocidos que ni siquiera saben su nombre. Por último, Sutileza, es la narración de una historia incestuosa que termina en tragedia. En suma, estamos ante un debut literario brillante. Una joya literaria de gran rareza y extraordinaria belleza.
María Zaragoza (Madrid, 1982) es autora de diversos libros, como Ensayos sobre un personaje incompleto (2000), Dicen que estás muerta (Premio Ateneo joven de Sevilla de novela 2010), Los alemanes se vuelan la cabeza por amor (Premio Ateneo Ciudad de Valladolid 2012) y Constanza Barbazul (Sigueleyendo, 2013), entre otros. Además, fue finalista del Premio Planeta en 2013.Junto al dibujante Didac Pla, publicó el cómic Cuna de cuervos (2009), traducido en Brasil. Sus relatos han sido recogidos en diversas antologías, entre las que cabe destacar Última temporada (2013), una selección de los autores más representativos nacidos en los ochenta. Además, uno de los relatos de su libro Realidades de humo ha sido adaptado al cine en México. Es articulista en la revista manchega digital Fonda Dolores y cuando no hace nada de todo esto, personaliza junto a su madre las muñecas Blythe que aparecen en esta novela.