AUNQUE ya se sabe que la poesía no tiene por qué responder a una trasposición verídica de los episodios vividos, en este caso sí puede haber algo de eso, no importa que afectado por algún que otro reajuste propio de la ficción. Ya se trate de experiencias reales o inventadas, las recapitulaciones amatorias, en su más lato sentido, tienden a adjudicarse cada vez más el papel de imágenes vindicativas .
José Manuel Caballero Bonald nació en Jerez de la Frontera en 1926. Su padre era cubano y su madre pertenecía a una rama de la familia del vizconde de Bonald -el filósofo tradicionalista francés- radicada en Andalucía desde fines de siglo. Fue profesor de literatura española en la Universidad Nacional de Colombia y en el Bryn Mawr College y trabajó en el seminario de lexicografía de la Academia de Lengua. Ha obtenido los premios de poesía Platero, Boscán y Reina Sofía, y los de novela Biblioteca Breve, Ateneo y Plaza & Janés. También ha recibido en tres ocasiones el Premio Nacional de la Crítica, dos como poeta y una como novelista. Es autor, entre otras obras, de los poemarios Las adivinaciones (1952), Las horas muertas (1959), Descrédito del héroe (1977), Laberinto de Fortuna (1984) y Diario de Argónida (1997) y de las novelas Dos días de setiembre (1962), Ágata ojo de gato (1974), Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981), En la casa del padre (1988) y Campo de Agramante (1992). También en Alfaguara ha aparecido la segunda parte de sus memorias, La costumbre de vivir (2002).