FERNANDES, JOSE CARLOS / MONTORIO, BEGO
La peor banda del mundo, la obra más premiada de la historieta portuguesa, ofrece una visión de una ciudad sin nombre, mezcla de la Praga de Kafka, el Nueva York de Ben Katchor y el Buenos Aires de Borges. Un mundo repleto de personajes entregados a ocupaciones improbables y preocupaciones inverosímiles que forman un puzzle lleno de humor y melancolía. LA ELEGANCIA DE LOS DESESPERADOS Si eres de esos que frente a la vida ordinaria se sienten torpes e inútiles pero tienen una capacidad ilimitada para disfrutar con detalles sin importancia, te será imposible no enamorarte de este cómic. Porque hay quien hace demasiado caso a las palabras de Nabokov: de tanto mimar los detalles, corremos el riesgo de olvidar de donde proceden, de qué forman parte. Muchos de los personajes de Fernandes padecen esa patología, que, a su vez, paradójicamente los redime. Se preguntan si ser asmático es trabajo a jornada completa, son revolucionarios inválidos, estetas que tras caer en las garras de la erudición más descabellada, sufren del síndrome de Estocolmo. Son artistas imposibles, antihéroes: incansables creadores de máquinas y talentos que no se pueden patentar, personas conscientes de su destino: «En los tiempos que corren, el artista es como un pato en una barraca de tiro: ¡cualquier tipo que compre un ticket se siente con derecho a dispararle!». Alguien puede pensar que los personajes de Fernandes tienen en su interior el gusanillo de la aflicción. ¿Resignación, quizás? ¿Puede que sea la falta de valentía la principal característica de muchos de ellos? Sí, pero no. Según de donde se mire puede que no sea del todo así: puede que sean dueños de esa «valentía intrínseca» de los cobardes, que tan abisal y desprestigiada se encuentra actualmente. Así pues, estimado lector, aquí tienes una cuadrilla de criminales-mentales, personas que saben que hacer buena literatura es como jugar al ajedrez con el pelo en llamas. De hecho, los miembros de La peor banda del mundo serían capaces de cometer los crímenes más atroces y de crear los inventos más increíbles, si no supiesen que todo ello es en vano. La ironía es la cortesía de los desesperados, cierto es. Pero también puede ser el pasaporte gratuito para ser libres. Entre manos tienes uno. Harkaitz Cano