BROWN, FREDRIC
Más barato, emocionante y divertido que una luna de miel en el mismo Infierno. Hilarantes, trepidantes, sorprendentes, absorbentes, impactantes, pero sobre todo escritas con un estilo impecable y tremendamente seductor: releer con frecuencia las pequeñas obras maestras que se recogen en este libro es un ejercicio tan saludable para la mente como para el cuerpo. Detrás del tono socarrón que impregna muchos de los relatos, el lector puede advertir un trasfondo ominoso, incluso macabro, que convierte la lectura en un viaje en una montaña rusa y en algo aún más inquietante: una odisea sin retorno con destino a las profundidades más recónditas del ser humano. En estos cuentos, algunos de los cuales fueron escritos en colaboración con Mack Reynolds y con Carl Onspaugh, Brown despliega el amplísimo abanico de su talento, baqueteado en numerosas publicaciones pulp. La obra de Papá Brown, como a veces se lo recuerda con cariño, ayudó a sentar las bases sobre las que se construyó un género que, en aquel entonces, ofrecía las estrellas a su público. Brown, un escritor que supo no defraudar nunca a sus lectores, nos legó más de cien relatos de ciencia ficción que, reunidos por primera vez en una recopilación sistemática, han fascinado a varias generaciones. El escritor que nos enseñó a amar los cuentos de marcianos.
FREDRIC BROWN Frederic Brown (Cincinnati, 1906 - 1972). Es un autor estadounidense de misterio y ciencia ficción. Habiendo realizado trabajos de lo más variados en su juventud, entró en el sector editorial como corrector de pruebas de un periódico para asegurarse un sueldo estable. A principios de los años cuarenta inició una carrera literaria principalmente basada en la narrativa breve y en las historias de ciencia ficción.
En 1947 publicó su primera novela policíaca, La trampa fabulosa, que le hizo merecedor del Edgar Award a la mejor obra de misterio. Desde entonces, produjo incansablemente relatos de ambos géneros, convirtiéndose en unos de los principales referentes de la cultura popular de mediados del siglo XX.
La crítica de su época ya le consideró un innovador llamado a crear un estilo propio, ya que incesantemente experimentó en sus narraciones y fue pionero en el uso del humor. Algunas de sus obras clave son El asesinato como diversión (1948), La noche a través del espejo (1951) y ¡Marciano, vete a casa! (1952).