Si tuviera que definir el tema fundamental de la obra de Mariana Yampolsky me inclinaría por la fragilidad, su trabajo con la duración, la memoria y la melancolía. Mariana vivía una especie de duelo permanente, confrontada con la desaparición de las culturas llamadas tradicionales en un país como México, sometido a la modernización , forzada. Fotografiar se transformaba en un acto de urgencia, mezcla de compromiso y angustia al ser testigo cotidiano del desvanecimiento de tradiciones, pero sin perder esa fascinación que la llevaba a retornar una y otra vez a las comunidades rurales. Para ella, oprimir el disparador de la cámara era actuar como testigo, recoger la evidencia confiada en el poder actualizador de la fotografía.