En un pequeño pueblo entre sierras, un hospital atiende a un grupo de tuberculosos. Se trata de personajes variopintos, pero la mayoría comparte la esperanza en una sanación mientras aguarda su destino o se pasea al atardecer con la altura violeta de los montes como un gran telón de fondo. El hombre que protagoniza esta "nouvelle", sin embargo, no es así, y no porque su enfermedad resulte especialmente agresiva o desafortunada, sino porque, como sabemos desde las primeras líneas del relato, carecía de esperanza: "no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse". En "Los adioses" (1954), y haciendo gala de una impresionante maestría literaria, Juan Carlos Onetti se aparta de la gran ciudad mítica de Santa María para desplegar la historia de este hombre sin nombre en un pueblo sin nombre, llena de pinceladas vagas y elementos imprecisos que, aun así, dan lugar a un relato vibrante y repleto de sugerencias.
Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909-Madrid 1994) fue uno de los mejores exponentes de las letras hispánicas del siglo XX. Autor de relatos y novelas, a su primera etapa se deben obras tan importantes como El pozo (1939), Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943) o La vida breve (1950). Desde la publicación de esta última, comenzó a situar sus obras en Santa María, universo imaginario a través del que sentó escuela en la narrativa latinoamericana. Los adioses (1953), El astillero (1961) o Juntacadáveres (1964) son buena muestra de su madurez y altísima calidad literaria. Exiliado en España desde mediados de los años setenta, obtuvo el Premio Cervantes en 1980 y el reconocimiento de su país con el Gran Premio Nacional de Literatura en 1985.